Sin temor a equivocarme podría asegurar que todos, por lo menos una vez en nuestra vida, hemos tenido algún tic pero… ¿Por qué se producen?
Un tic son contracciones involuntarias y reiteradas de un grupo de músculos. Aunque los más frecuentes son los faciales se pueden presentar prácticamente en cualquier parte del cuerpo e incluso pueden llegar a ser vocales: tararear, toser, emitir un gruñido, repetir palabras o elevar el tono de voz.
De hecho, los tics pueden agruparse según sus características por lo que hay tics motores los cuales son movimientos breves, repetitivitos, bruscos, involuntarios y estereotipados; y tics fónicos o vocales los cuales producen sonidos o ruidos aislados sin ningún significado lingüístico. Ambos pueden ser tics simples o complejos, según el número de músculos que impliquen.
La causa de los tics se desconoce pero parecen estar relacionados con situaciones de nerviosismo y/o estrés aunque también pueden aparecer por cansancio físico, por agotamiento o falta de sueño. Se presentan con más frecuencia en los niños (especialmente entre los 6 y los 10 años) pero pueden perdurar hasta adultez.
Cabe mencionar que si los tics se producen de forma puntual, son motores y simples, no suelen alterar la calidad de vida por lo que no es necesario consultar con un médico; sin embargo, cuando los tics se multiplican, se hacen más visibles y se vuelven crónicos, afectando de un modo la calidad de vida, es necesario consultar con un especialista (neurólogo) ya que pueden asociarse a trastornos como el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). La complejidad de esas alteraciones también se puede relacionar con el síndrome de Tourette (Leer más).
Samantha Aguilar
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