Uno de los mayores temores
globales de los años 60’s y 70’s era la incertidumbre de saber qué pasaría con
la población si existiera una superpoblación extrema, fue así como el
investigador del comportamiento y etólogo estadounidense John Calhoun
diseñó el experimento 25.
El experimento consistía
en permitir que 8 ratones albinos (4
machos y 4 hembras) se desarrollaran y produjeran en total libertad dentro de
una enorme jaula, bautizada como “La
Buhardilla”, de 2,57 m² y 1,34 m de alto
donde había todo lo que los ratones pudiesen desear; prácticamente se trataba
de un auténtico paraíso.
El experimento comenzó el
9 de julio de 1968, en un inicio todo marchaba bien ya que los ratones tenían
todo lo que podían necesitar pero una vez llegados a la edad de reproducción,
fue cuando el experimento realmente comenzó. 104 días después del inicio del
experimento nació la primera camada de ratones dentro del Universo 25; y
una vez que sucedió, cada 55 días aproximadamente la población se duplicaba. La
población estaba creciendo de forma exponencial sin ningún tipo de control. Fue
así como a tan sólo 315 días después del comienzo del experimento y con una
población de 620 ratones, se dio el inicio del fin.
A partir de ese momento y
a pesar de seguir contando con todos los recursos necesarios, la población dejó de crecer tan rápido debido
a la única limitación, el espacio disponible. Y aunque los ratones seguían
reproduciéndose, la situación dentro del Universo 25 había dejado de ser
el paraíso de hacía apenas 1 año.
Los ratones establecieron
jerarquías y territorios dentro de la jaula en los que un macho dominante
ejercía su influencia sobre las hembras y su descendencia. Cuando otro macho
disputaba el territorio, el perdedor era exiliado pero en el Universo 25
no había donde ir por lo que el macho, derrotado física y psicológicamente,
procedía a autoexiliarse en el centro de la jaula y dejaba de prestar atención
al resto de ratones. Fue así como poco a poco, el grupo de ratones exiliados, fue
creciendo y de nuevo, la falta de espacio, propició los ataques dentro de este
grupo, estos ratones heridos, atacaban a otros machos y así la población
comenzó a caer en una espiral de violencia sin fin.
Cuando los machos
dominantes comenzaron a perder poder en su territorio, los exiliados comenzaron
a realizar incursiones para reproducirse con las hembras. Estas incursiones
solían ir acompañadas de violencia extrema, especialmente contra los adultos
jóvenes o las crías por lo que las hembras trataban de defenderse, de huir con
sus crías o, en el peor de los casos, las abandonaban o las devoraban. Fue así
como el día 560 tras el comienzo del experimento, con 2200 ratones viviendo en
el universo, la población comenzó a decrecer.
A partir del día 600, casi
2 años del inicio del experimento, la natalidad descendió ya que los pocos
embarazos que había no resultaban exitosos, y las crías que lograban nacer eran
automáticamente abandonadas o devoradas por sus madres para evitar enfrentamientos;
la mortalidad infantil se disparó, alcanzando tasas de hasta el 96 %; a partir
de ese momento, la población estaba condenada a desaparecer. Fue en ese momento
que la sociedad de ratones entró en lo que Calhoun denominó el "drenaje
conductual": los ratones olvidaron cómo aparearse, criar o incluso
interactuar normalmente.
El experimento evidenció
que, incluso con abundancia de recursos, el comportamiento y la estructura social
son cruciales para la supervivencia. La sobrepoblación generó una degeneración
social y un agotamiento conductual que llevó a la extinción de la población.
Samantha Aguilar