El
nombre Necronomicón proviene de nekros (muerto en griego) y nomos
(ley en griego) y significa algo así como “relativo a las leyes de los
muertos”. Se trata de una creación literaria considerada como uno de los
libros más peligrosos del mundo. Se dice que las personas que se han atrevido a
leerlo y estudiarlo a menudo han caído en la locura o la muerte.
Fue
el escritor estadounidense H.P.Lovecraft quien en varias de sus
obras cito (supuestamente) este título afirmando que no solo contiene la
realidad terrorífica de la historia oculta del mundo sino que también está
lleno de oscuros rituales con el poder de destruir toda vida en la tierra.
A
través de los años han aparecido muchas copias falsas del Necronomicón y
aunque en una ocasión el mismo Lovecraft admitió que se trataba de una
obra de ficción, muchos de sus seguidores afirman que solo lo hizo debido a que
era consciente de que no era oportuno revelar la verdad a través de sus cuentos
y novelas. Según el escritor estadounidense el Necronomicón fue escrito en
Damasco en el 700 d.C. por un árabe llamado Abdul Al-Hazred.
“Ahora bien, sobre “los libros terribles y prohibidos”, me fuerzan a
decir que la mayoría de ellos son puramente imaginarios. Nunca existió ningún
Abdul Alhazred o el Necronomicón, porque inventé estos nombres yo mismo.”
(Lovecraft)
Supuestamente
el Necronomicón, es un grimorio ficticio que pertenece al ámbito de la
magia negra. Combinando lo ficticio y lo real, Lovecraft utilizó todos
sus conocimientos de Ocultismo y Mitología para escribir su siniestra obra la
cual, a través del paso del tiempo, ha dado lugar a varios textos que reclaman
ser el verdadero Necronomicón.
En
cuanto al nombre del supuesto autor del Necronomicón, el árabe Abdul
Al-Hazred hay que recordar que se trata de un nombre que se encuentra en “Las Mil y una noches”.
Aunque todas las pruebas apuntan a que se trata de
un libro ficticio, un gran número de personas aseguran que este título existe y
afirman que todas las copias
originales se mantienen bajo llave en bibliotecas o colecciones privadas.
Samantha Aguilar
