Se trata de un trastorno genético producido
por un exceso de oxitocina (la hormona del amor) que provoca que las
personas sean exageradamente amorosas y confíen ciegamente en todos los que los
rodean, lo que lo convierte en un síndrome que genera grandes y graves
problemas sociales ya que la persona que lo padece es incapaz de reconocer cuando
se encuentran en peligro porque quieren a todos los que los rodean y por lo
tanto, confían en ellos.
Las personas que padecen este trastorno son
extrovertidos y presentan un comportamiento hipersocial. Se estima que este
síndrome afecta a 1 de cada 10.000 personas en el mundo.
La gran mayoría de los que padecen este trastorno comparten ciertas
características físicas: tienden a tener cara elfina, mejillas estrechas,
orejas prominentes, narices antevertidas, pómulos protuyentes y ojos
sobresalientes.
Los niños con esta enfermedad presentan una
discapacidad intelectual leve o moderada y tienen déficits en algunas áreas
como psicomotricidad; pero además, existen otros síntomas como defectos
cardíacos, problemas gastrointestinales y problemas de masa muscular.
Esta condición fue descubierta en 1961 por el cardiólogo neozelandés John Williams al darse cuenta que todos
sus pacientes con rasgos faciales parecidos y un comportamiento en común padecían
la misma enfermedad cardíaca: estenosis supravalvular aórtica. La causa de la
aparición de esta enfermedad es la ausencia de 26 y 28 genes en el cromosoma 7.
Samantha Aguilar