En
el desierto californiano del Mojave,
mejor conocido como El Valle de la
Muerte, ocurre uno de los fenómenos
más extraños e inexplicables. En este desierto las rocas se mueven por sí
solas; pero no se trata de pequeñas piedras, sino de rocas de 300 kg que se han desplazado 250 m.
En
la década de los 40’s, los geólogos Jim
McAllister y Allen Agnew, fueron
los primeros en percatarse del desplazamiento de las rocas. En 1952 el geólogo Thomas Clement fue al desierto a
investigar el fenómeno, sin embargo una tormenta eléctrica lo obligó a refugiarse;
a la mañana siguiente, se encontró con las marcas dejadas por algunas rocas,
debido a que la mayoría iban en la dirección del viento, asumió que el fenómeno
era provocado por el viento que empujaba las rocas sobre el barro húmedo.
Aunque
este fenómeno no ocurre con frecuencia, ha cautivado la atención de
científicos, quienes hasta el día de hoy no han podido confirmar ninguna de sus
hipótesis; sin embargo, las más aceptada es la de Ralph Lorenz de la Universidad Johns Hopkins.
Ralph supone que el
movimiento se debe al congelamiento de las rocas (durante el invierno) y al viento
que las empuja a través del húmedo desierto. Sin embargo, esta teoría no
explica la razón por la que algunas piedras se muevan y otras no.
Debido
a que en este lugar se ubica la cuenca de un lago, Racetrack Playa, algunos investigadores han llegado a la conclusión
que luego del deshielo primaveral o después de alguna lluvia, una delgada capa
de agua se deposita sobre el lecho del lago, la cual al desplazarse, arrastra
las rocas, que dejan marcas sobre la tierra y cuando el agua se evapora, lo que
se logra ver es la evidencia de que de alguna manera misteriosa las rocas
cambiaron de lugar.
Aunque
existen teoría de toda índole: extraterrestres, anomalías magnéticas y
gravitacionales, corrientes de agua desconocidas, pendientes imperceptibles… La
verdad es que aún no se confirma a ciencia cierta ninguna de ellas, además se
han registrado rocas deslizantes que “viajan” en pareja en perfecta
sincronización.
Por
si fuera poco el misterio, cabe mencionar que nunca nadie ha visto las rocas en
movimiento sino que tan sólo el rastro que dejan.
Samantha
Aguilar