Generalmente utilizamos la palabra funcional para referirnos a algo útil, a algo práctico buscando fines o funciones determinadas. Aplicando este término al entrenamiento se refiere a la realización ejercicios destinados a una función determinada.
Es importante comentar que el entrenamiento funcional debe ser personalizado a cada deportista, por lo que el entrenador deberá de crear un circuito de ejercicios que cubra sus necesidades y objetivos, así como tomar en cuenta su fisonomía y su historial de lesiones; en otras palabras, los ejercicios serán el resultado del estudio detallado del funcionamiento del cuerpo de la persona y sus condiciones individuales.
En pocas palabras, el entrenamiento funcional consiste de un conjunto de ejercicios y movimientos que ayudan al deportista a llevar a cabo tareas específicas que además de mejorar capacidades físicas como la fuerza, la velocidad o la resistencia, también se trabaja la agilidad, la movilidad, la estabilidad, la coordinación y/o el equilibrio, corrigiendo también nuestra postura corporal.
La diferencia fundamental entre un entrenamiento funcional y un entrenamiento convencional es que el primero no está orientado a ningún tipo de competición sino que está destinado a mejorar la salud y el bienestar general de quien lo practica.
Samantha Aguilar
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