Quien
estaba llamada a convertirse en la mejor tenista de la historia.
Fue en 1993
cuando los celos y la envidia de un fanático del deporte blanco, cambiaron la
vida de quien estaba llamada a convertirse en la mejor tenista de la historia… Mónica
Seles.
Conocida
por su manera de jugar con un estilo agresivo basado en su golpe a dos manos, Seles
se volvió profesional siendo todavía una adolescente. Fue la jugadora más
joven en ganar un Grand Slam cuando conquistó el Abierto de Francia en 1990
a los 16 años y 6 meses de edad. En marzo de 1991 conquistó el Abierto de
Australia acabando así con el reinado de 186 semanas de la alemana Steffi
Graf como la
número uno del mundo.
El 30 de abril de 1993, durante el
encuentro de cuartos de final disputado en Hamburgo, un grito interrumpió el
rumor de los 10 mil asistentes, un hombre se había inclinado sobre la barrera de
seguridad y de manera rápida
apuñaló por la espalda a la entonces número uno del mundo; Seles tenía tan solo 19 años.
“Durante el descanso, tras un juego, apuré
hasta el final porque no había bebido nada de agua y de pronto sentí un dolor
horrible en mi espalda...Me giré
buscando de dónde venía el dolor y vi a un hombre detrás de mí levantando un
cuchillo contra mí”.
El autor del ataque fue Gunter
Parche, un alemán de 39 años quien obsesionado por
la tenista alemana Steffi Graf, a quien Seles la había arrebatado el número uno del mundo, decidió regresar
a Graf a la cima eliminando a su
competencia.
Hasta el día en el que fue apuñalada, Seles había ganado 7 de los últimos 8 Grand Slams, sólo perdió la
final de Wimbledon de 1992 contra Graf. En total, había conquistado 8 (3 Open de Australia, 3 Roland Garros y 2 US
Open) el mayor número
logrado por cualquier tenista antes de cumplir los 20 años.
Después del atentado, tuvieron que pasar 2 años para que Seles pudiera regresar a jugar en el
circuito profesional ya que aunque su espalda cicatrizó en pocas semanas,
fueron muchas las secuelas psicológicas y aunque ganó el abierto de Australia
en 1996 y volvió a ser número uno ese año, era evidente que ya no era la misma…
Su sonrisa había desaparecido.
Samantha Aguilar
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