Se le conoce con el nombre de evento Carrington a la
mayor tormenta solar registrada hasta el momento. Fue el jueves 1 de septiembre
de 1859 cuando el astrónomo amatuer británico Richard Carrington observó el Sol con su telescopio y visualizó una
inmensa mancha solar que se iluminaba convirtiéndose en una gran llamarada
blanca.
Transcurridos 5 minutos de esta extraña actividad solar, los efectos
comenzaron a sentirse, una intensa actividad de auroras polares visibles prácticamente
en cualquier lugar del planeta, cuya luz era tan intensa que era posible leer
un libro bajo su luz a pesar de ser de noche; provocó el fallo de los sistemas
de telégrafos en toda Europa y América del Norte; los operadores de telégrafos
recibieron descargas eléctricas y se produjeron varios incendios.
Gracias a que en esa época los avances tecnológicos eran “muy pocos”,
la tormenta no tuvo consecuencias desastrosas. Si hoy en día ocurriera una
tormenta solar de esa magnitud, los satélites artificiales dejarían de
funcionar, las comunicaciones de radio se interrumpirían, los apagones
eléctricos tendrían proporciones continentales y los servicios quedarían
interrumpidos durante semanas; en pocas palabras, quedaríamos totalmente
incomunicables ya que casi todo depende
de la electricidad.
Samantha Aguilar
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