Descubierto en 1983 por un barco de investigación frente a las costas de Nueva Zelanda, el pez borrón o "blobfish" se hizo famoso después de que se fotografiara a un ejemplar en 2003, rápidamente su extraña apariencia gelatinosa lo convirtió en el animal más feo del mundo sin embargo existe una razón muy importante de su “fea apariencia”.
Las especies de peces borrones viven en los rincones más profundos de los océanos, entre 600 y 1.200 metros de profundidad. Allí abajo, la presión puede ser hasta 100 veces más fuerte que la atmosférica, razón por la cual los peces tienen que adaptarse a ello.
Su cuerpo es blando, de huesos flojos y poco músculo. Cuando el pez es atrapado en las redes y sacado a la superficie, la descompresión le hace expandirse y su piel se relaja, distorsionando sus rasgos, precisamente de allí la apariencia fea que adquieren. Además, al ponerlo en una superficie sólida, su tejido gelatinoso al no soporta su estructura, colapsa en una masa sin forma definida. En las profundidades del mar, un pez borrón luce como un pez.
En cuanto a su morfología, tiene una cabeza de gran tamaño que sirve para poder flotar mejor en conjunto con su baja densidad y unas aletas estrechas. Tienen una nariz enorme en forma de gota de agua cayendo, de ahí a que también se les conozca como pez gota; y sus ojos también tienen una textura gelatinosa y parecen dos botones negros.
Como pueden ver, el pez borrón ha evolucionado a lo largo
del tiempo para poder sobrevivir a la gran presión atmosférica que existe en su
hábitat y es cuando los sacamos de él, cuando
adquieren su tan peculiar apariencia que nos resulta tan extraña pero
que es la razón de su supervivencia.
Samantha Aguilar
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