Este síndrome, también conocido como el Síndrome del Dr. Strangelove
o Síndrome de la mano anárquica, sin
lugar a dudas es uno de los trastornos más raros debido a que se trata de un
desorden neurológico que provoca que una de las manos cobre vida propia, es
decir, que actúa sin ningún tipo de orden consciente por parte de la persona
que padece la enfermedad.
Este
trastorno fue descrito por primera vez en 1908 por un paciente de infarto cerebral
en el hemisferio derecho y tras el cual, sentía como su mano izquierda actuaba
sola. En 1945 otro paciente sufrió este extraño padecimiento luego de ser
sometido a una cirugía radical para tratar su epilepsia. No fue hasta 1972 que los
franceses Brion y Jedynack bautizaron este trastorno como
“le signe de la main étran-gère”
(el síndrome de la mano extraña).
Sin
embargo, algunos años antes, en 1964 Stanley Kubrick estrenó una de sus
obras maestras, Dr. Strangelove en
donde uno de los personajes principales sufre de esta extraña enfermedad, es
por esto que el síndrome también es conocido por este nombre.
Cabe
mencionar que las personas que llegan a sufrir de este síndrome, son aquellas que han padecido una infección,
lesión, tumores, una apoplejía grave o han sido operados del cerebro, ocasionando
así la pérdida del control de una de sus extremidades.
Aunque
los pacientes sí tienen sensibilidad en su mano “ajena”, creen que ésta no
forma parte de ellos por lo que no tienen control sobre ella; además que pueden
no ser consientes de sus actos.
Las manos
extrañas pueden realizar cualquier tipo de cosas, desde las sencillas (moverse
de un lado a otro) hasta las complicadas (abotonar o desabotonar una camisa) y
es común que la mano anárquica haga lo contrario a la otra extremidad provocando
así que los pacientes puedan llegar a pensar que su mano está poseída.
A pesar
de que este síndrome se descubrió hace más de un siglo, la verdad es que
actualmente se sabe muy poco sobre él ya que en este tiempo, sólo se han
registrado 50 casos por lo que sigue siendo todo un misterio para la comunidad médica.
Samantha Aguilar
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