El ámbar es una resina, es decir una secreción orgánica de origen vegetal, que atravesó un proceso de fosilización de al menos 100 mil años, aunque la mayoría de piezas suelen tener millones de años y que está considerada como una piedra semipreciosa (pertenece al grupo de las gemas orgánicas).
Las resinas se forman con restos de plantas, en especial de coníferas, y de acuerdo a sus componentes, las características y la estructura de la resina varía. Su formación comienza cuando el árbol sufre algún tipo de daño en su corteza, haciendo que su resina salga, la cual al llegar al exterior, puede endurecerse creando lo que conocemos como ámbar.
Las tonalidades existentes de esta piedra es muy variada: ámbar amarillo, marrón, verde, blanco, rojo, naranja… Cabe mencionar que el ámbar más valorado y cotizado es el rojo o cherry de Chiapas, México.
En la antigüedad, debido a su belleza, el ámbar era utilizado como un talismán, remedio medicinal y objetos de arte. El primer lugar donde se registra que se observó ámbar por primera fue en el Mar Báltico y la pieza trabajada con ámbar se encontró en Hannover, Alemania.
Como casi todo en este mundo, existen falsificaciones sobre el ámbar por lo que una manera sencilla de saber si es verdadero se recomienda colocar el ámbar en agua salada, si la piedra flota entonces es original. Como dato curioso, el origen del nombre procede del árabe que significa “lo que flota en el mar”.
Samantha Aguilar
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