jueves, 6 de noviembre de 2014

GLADIADORES: Orígenes

“¡AVE, CAESAR, MORITURI  TE  SALUTAM!”
 (¡Salve César, los que van a morir te saludan!)

Los gladiadores  reciben su nombre del arma principal que solían utilizar, llamada gladius, que consiste en una espada corta de hoja recta.

Uno pensaría que estos “guerreros” pertenecen a la cultura romana, sin embargo la figura del gladiador tiene su origen en los funerales etruscos por allá del siglo VI a.C. quienes para honrar a Saturno, acostumbraban celebrar combates entre prisioneros en torno a las tumbas de sus héroes.

Estas peleas llegaron a Roma en el siglo III a.C. cuando Marco Junio Pera y Decimo Junio Pera organizaron estos juegos para honrar la muerte de su padre. Fue así como las peleas de gladiadores pasaron de ser un ritual a ser mero entretenimiento formando parte de los juegos públicos y comenzaron a utilizarse como una herramienta política propagandística

La autoridad indicaba con la posición de su dedo índice el destino del gladiador vencido y debido a que los gladiadores eran vistos como inversión, en muchas ocasiones se les perdonaba la vida a menos que sus heridas fueran graves ya que de serlo, se les mataba clavándoles un arma blanca entre la clavícula y el omóplato hasta llegar a su corazón, con la finalidad de terminar con su sufrimiento y darles así una muerte más digna.

Cabe mencionar que no todos los gladiadores eran esclavos, prisioneros y delincuentes, sino también aquellos que buscaban fama y gloria, podían presentarse como voluntarios.

Poco a poco se fueron integrando otros elementos a estos combates como: carros tirados por caballos y animales salvajes; todo con el fin de crear mayor atracción y crear nuevos espectáculos.

“Por casualidad, a mediodía asistí a una exhibición, esperando un poco de diversión, unos chistes, relajarme... Pero salió todo lo contrario... Estos peleadores de mediodía salen sin ningún tipo de armadura, se exponen sin defensa a los golpes, y ninguno golpea en vano... Por la mañana echan los hombres a los leones; al mediodía se los echan a los espectadores. La multitud exige que el victorioso que ha matado a sus contrincantes se encare al hombre que, a su vez, lo matará, y el último victorioso lo reservan para otra masacre. Esta clase de evento toma lugar estando casi vacías las gradas... Al hombre, sagrado para el hombre, lo matan por diversión y risas.”
(Lucio Anneo Séneca)


Samantha Aguilar

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