Un ataque de pánico es un episodio repentino de miedo intenso que provoca reacciones físicas graves cuando en realidad NO existe ningún peligro o causa aparente. Cuando se presenta un ataque de pánico, la persona puede llegar a sentir que está perdiendo el control e incluso que está teniendo un ataque cardíaco o que va a morir.
A pesar de que los ataques de pánico, en sí mismos, no ponen en riesgo la vida, pueden provocar mucho miedo y afectar, de manera significativa, la calidad de vida. Por lo regular, los ataques de pánico suelen comenzar de forma súbita, sin ningún tipo de advertencia y pueden aparecer en cualquier momento; aunque algunos de ellos ocurren como respuesta a una situación estresante o de miedo.
Algunos de los síntomas de los ataques de pánico son: sensación de peligro o fatalidad inminente, miedo a perder el control o a la muerte, taquicardia y palpitaciones, sudor, temblores, falta de aliento, opresión en la garganta, escalofríos, náuseas, calambres abdominales, dolor en el pecho, dolor de cabeza, mareos, sensación de desvanecimiento o desmayos, sensación de entumecimiento u hormigueo, sentimientos de irrealidad o desconexión.
Los ataques de pánico pueden ocurrir como parte de un trastorno de ansiedad o si tiene algún otro problema de salud mental como depresión. Un ataque suele durar de 5 a 20 minutos sin embargo, puede durar hasta unas pocas horas. Se tiene la máxima ansiedad aproximadamente 10 minutos después de que comienza el ataque. Si estos ataques suceden a menudo, se les llama trastorno de pánico.
Es importante mencionar que el tener ataques de pánico no significa que vayas a desarrollar un trastorno de pánico; de hecho la mayoría de las personas solamente tienen 1 o 2 ataques de pánico en su vida y mejoran sin tratamiento por lo que tener un trastorno de pánico no es común, sólo afecta a un pequeño porcentaje de adultos, pero es más común en mujeres que en hombres.
Samantha Aguilar
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