Esta curiosa silla, cuyo asiento tenía una abertura en forma de herradura, comenzó a utilizarse en el siglo IX después de que comenzó a difundirse la leyenda sobre la Papisa Juana, una mujer que consiguió infiltrarse en la iglesia y alcanzar el estatus de Papa.
A partir de esto, cuando era nombrado un nuevo Papa, éste se sentaba en la silla y dejaba liberados tanto sus testículos como su pene, para que de esta manera colgaran a través del agujero. Era entonces cuando un joven cardenal, denominado palpati, introducía su mano por debajo del asiento y palpaba para comprobar que en efecto fuera hombre.
Durante los 7 siglos que estuvo activa esta práctica 114 papas fueron sentados en la Sedia Stercoraria y sometidos a revisión. Las fuentes coinciden en que fue el papa Adriano VI, quien entre 1522 y 1523, eliminó esta práctica.
Actualmente es posible ver una Sedia Stercoraria en el Museo del Vaticano, y la realidad es que los historiadores no terminan en ponerse de acuerdo en su uso, pues los hay que opinan que simplemente podría utilizarse como soporte de la bacinica pontifical y justamente de ahí el nombre de stercoraria, que tiene la misma raíz de estiércol.
Y tú, ¿con cuál versión te quedas?
Samantha Aguilar
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