Cuenta la leyenda que en la ciudad de Culiacán, Sinaloa existió un Robin Hood, un hombre que había sufrido tantas injusticias en su infancia, que decidió robarles a los ricos y repartir el dinero obtenido a los pobres.
Se dice que este hombre acostumbraba a meterse en el monte, de ahí su apodo de Malverde (“el mal verde”) y asaltaba a los hacendados y a las familias más adineradas de la región. Con el botín, bajaba al pueblo y mejoraba la vida de los sectores más pobres.
Jesús Juárez Mazo es conocido como un bandido social de fines del siglo XIX y principios del XX en México, nació en Sinaloa aproximadamente en 1870 durante el porfiriato. A pesar de sus “buenas obras” se dice que fue traicionado por uno de sus compadres y ejecutado por el gobernador en 1909. Fue en ese momento cuando nació la leyenda.
Al poco tiempo de su muerte, Malverde se convirtió en el santo laico que protege y ayuda al pueblo. Cabe mencionar que la iglesia católica no reconoce el culto por no tener datos fidedignos de su existencia, pero sobre todo porque de haber existido su vida no sería un ejemplo para nadie.
Malverde es el sujeto considerado como la figura santificada de los narcotraficantes, los contrabandistas no quieren cruzar la frontera sin llevar la medalla de Malverde en su cuello y en los campos de plantación de marihuana es común encontrar capillas que lo veneran.
Lo que se debe tener en cuenta es que Malverde no se limita a ser un santo exclusivamente para los narcotraficantes, este santo está abierto a todos los que necesiten su ayuda para pedir y aprovechar sus fuerzas milagrosas; de hecho es venerado como un protector y defensor de los pobres. Para ellos, Malverde es “El Bandido Generoso” o “El Ángel de los Pobres”.
Hoy en día, a lo largo del noroeste de México y hasta Los Ángeles, California, Jesús Malverde se presenta como una articulación alternativa de la santidad y la criminalidad. En Sinaloa, Malverde tiene una capilla, donde cada 3 de mayo cientos de creyentes, procedentes de diferentes estados del país, acuden para venerarlo, pedir y agradecer favores.
Samantha Aguilar
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