Se trata de una criatura mitológica que tiene su origen en el antiguo Oriente Próximo ya que aparece en restos arqueológicos de pinturas y esculturas de los antiguos babilonios, asirios y persas; de hecho existen representaciones de grifos datados sobre el 3000 a.C. También se han encontrado representaciones en Siria y Anatolia (1950-1550 a.C.) y en todos se muestra como un ser con cuerpo de león y cabeza de águila.
Según la mitología griega, estos seres estaban consagrados a Apolo (Dios del Sol) y su trabajo consistía en tirar de su carro en el viaje diario que este emprendía de Oriente a Occidente. Por su parte, los romanos asociaban al grifo con Némesis (Diosa de la venganza).
Aunque esta criatura realmente no era demasiado importante en ninguna de estas dos culturas, la criatura se convirtió en un tema favorito en el mundo del arte por ejemplo: los grifos decoran las paredes de la sala del trono del Palacio de Knossos en Creta, que data del 1700 a.C. aproximadamente.
Aún en la actualidad, se discute el origen de la palabra de grifo. Algunos creen que proviene del hebreo כרוב (kruv), “querubín”, otros afirman que viene del persa شیردال (shirdal) “león-águila”; sin embargo, a nosotros la palabra nos ha llegado a través del latín tardío gryphus.
El grifo de la mitología griega se ha mantenido a través de los siglos como símbolo de protección, fiereza y fidelidad. Hoy en día, podemos verlo formando parte del logo de bancos, marcas de autos, comercios, unidades militares, colegios, institutos, cementerios, museos y equipos deportivos; pero también los encontramos en videojuegos, cine, televisión, libros, esculturas y pintura.
Samantha Aguilar
