miércoles, 26 de noviembre de 2014

MITO DEL QUINTO SOL


El valle de Teotihuacan está situado entre los valles de México y Puebla. Estudios recientes han demostrado que hace aproximadamente 2600 años, en todo este valle habitaban unas 7 mil personas.


Al unirse con otras aldeas, Teotihuacan se convirtió en un pueblo grande con más de 6 km cuadrados de extensión; sin embargo, existe el rumor de que en Teotihuacan no vivieron hombres, sino que fueron Dioses los que  habitaron  la ciudad.


“El Mito del quinto  Sol”, nos llega de hace muchos siglos y es que por allá del año 1000, cuando los Toltecas vieron esta enorme ciudad, ya en ruinas, supusieron que sólo los Dioses pudieron construirla y habitarla. Así nos cuenta esta viejísima historia Tolteca que cuando se apagó el cuarto sol, la Tierra estaba en tinieblas.



Pasó mucho tiempo el mundo a oscuras hasta que un día los Dioses, cansados de vivir en esa oscuridad, se reunieron en la cima de la gran pirámide de Teotihuacan para decidir quién de ellos sería el nuevo sol. Estaban ahí todos los Dioses y las Diosas, estaba HUEHUETEOTHL (el Dios viejo del fuego), TEZCATLIPOCA (el gran juez y señor), QUETZALCOATL (el sabio), CHIPE (el de la nueva vida), el valiente HUITZILOPOCHTLI con su colibrí azul, también estaba TLÁLOC (el gran señor del agua), la COATLICUE, la CHALCHIUTLICUE y todos los otros Dioses.

Se cuenta, que los Dioses habían encendido una enorme fogata en la punta de la pirámide, cuando el fuego estaba en su apogeo, pidieron un voluntario para que se convirtiera en el nuevo sol.

Se levantó TECUCIZTECATL un fuerte guerrero rico, joven bien parecido y de vestidos lujosos; la cuestión era sencilla, sólo tenía que aventarse al fuego para convertirse en sol. TECUCIZTECATL decidido echa a correr, pero cuando está a punto de arrojarse, se acobarda y se detiene; cuatro veces lo intenta y cuatro veces lo vence el miedo.

Los Dioses piden otro voluntario, es entonces cuando se levanta otro joven llamadao NANAHUATZIN, el es feo, pobre, está enfermo, tiene yagas pestilentes por todo el cuerpo, es humilde y viste andrajos. Su carrera no es rápida, más bien trota hacia la hoguera y sin pensarlo se avienta al fuego… Es así como se convierte en el hermoso y orgulloso sol, que  todavía hoy nos ilumina.

NANAHUATZIN “El quinto sol”, queda como ejemplo eterno de que la voluntad vale más que las apariencias y que lo bello o lo feo está realmente en el interior de las personas.


Samantha Aguilar

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