“¡AVE, CAESAR,
MORITURI TE SALUTAM!”
(¡Salve César, los que van a morir te
saludan!)
Los
gladiadores reciben su nombre del arma
principal que solían utilizar, llamada gladius,
que consiste en una espada corta de hoja recta.
Uno
pensaría que estos “guerreros” pertenecen a la cultura romana, sin embargo la figura
del gladiador tiene su origen en los funerales etruscos por allá del siglo VI a.C. quienes para honrar a Saturno,
acostumbraban celebrar combates entre prisioneros en torno a las tumbas de sus
héroes.
Estas
peleas llegaron a Roma en el siglo III a.C. cuando Marco Junio Pera y Decimo
Junio Pera organizaron estos juegos para honrar la muerte de su padre. Fue
así como las peleas de gladiadores pasaron de ser un ritual a ser mero
entretenimiento formando parte de los juegos públicos y comenzaron a utilizarse
como una herramienta política propagandística
La
autoridad indicaba con la posición de su dedo índice el destino del gladiador
vencido y debido a que los gladiadores eran vistos como inversión, en muchas
ocasiones se les perdonaba la vida a menos que sus heridas fueran graves ya que
de serlo, se les mataba clavándoles un arma blanca entre la clavícula y el
omóplato hasta llegar a su corazón, con la finalidad de terminar con su
sufrimiento y darles así una muerte más digna.
Cabe
mencionar que no todos los gladiadores eran esclavos, prisioneros y
delincuentes, sino también aquellos que buscaban fama y gloria, podían
presentarse como voluntarios.
Poco
a poco se fueron integrando otros elementos a estos combates como: carros
tirados por caballos y animales salvajes; todo con el fin de crear mayor
atracción y crear nuevos espectáculos.
“Por casualidad, a
mediodía asistí a una exhibición, esperando un poco de diversión, unos chistes,
relajarme... Pero salió todo lo contrario... Estos peleadores de mediodía salen
sin ningún tipo de armadura, se exponen sin defensa a los golpes, y ninguno
golpea en vano... Por la mañana echan los hombres a los leones; al mediodía se
los echan a los espectadores. La multitud exige que el victorioso que ha matado
a sus contrincantes se encare al hombre que, a su vez, lo matará, y el último
victorioso lo reservan para otra masacre. Esta clase de evento toma lugar
estando casi vacías las gradas... Al hombre, sagrado para el hombre, lo matan
por diversión y risas.”
(Lucio Anneo Séneca)
Samantha Aguilar
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