Cuando nos enamoramos es muy común que digamos que sentimos mariposas en el estómago y aunque podríamos creer que lo decimos de manera figurada la realidad es que no se trata de una metáfora; de hecho, se ubican en el plano de las sensaciones viscerales y son tan reales como los cólicos o ardores de estómago que podemos llegar a sentir cuando nos enfrentamos a eventos desagradables.
Con el paso de los años, científicos han descubierto que todo el tubo digestivo se encuentra cubierto por cerca de 100 millones de neuronas y otras células especializadas que producen casi los mismos neurotransmisores que las de la cabeza, lo que le permite encargarse no solamente de todas las funciones digestivas, sino también influir fuertemente en las emociones, los sentimientos y hasta en los procesos cognitivos. No por nada el sistema digestivo es considerado como nuestro segundo cerebro.
El gastroenterólogo William Otero, profesor de la Universidad Nacional de Colombia, asegura que neurotransmisores principales como la serotonina, la dopamina, el glutamato, la noradrenalina y el óxido nítrico bañan las células intestinales incluso en cantidades mayores que las que recibe el cerebro.
Durante el enamoramiento se producen 4 neurotransmisores importantes: serotonina, noradrenalina, dopamina y glutamato; sustancias que generan actividad en el cerebro, sin embargo del 80 al 90 por ciento de la serotonina y el 50 por ciento de la dopamina se producen en el intestino.
Lo que provoca este proceso es una retirada de sangre de nuestro intestino y de nuestro estómago que acaba en nuestros brazos y nuestras piernas, preparando al cuerpo para la defensa. Esta falta de sangre en el intestino provoca que nuestro cuerpo active otros mecanismos, como por ejemplo el que nuestro estómago identifique la falta de oxígeno y, a través de sus nervios sensoriales, lance una respuesta que nos provoca hormigueo. Por lo tanto las mariposas en el estómago nada tienen que ver con el enamoramiento sino con la sensación de incertidumbre, preocupación y nerviosismo que nos provoca la otra persona.
Samantha Aguilar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario