martes, 27 de septiembre de 2016

LA CASA NEGRA… CASA EMBRUJADA


No existe ciudad ni pueblo, alrededor del mundo, que no cuente con su propia historia de fantasmas y que no tenga su casa embrujada, aquella que de pequeños y no tan pequeños nos asusta y hace volar nuestra imaginación, creando así una serie de historias que a lo largo de los años se toman como  reales. Sin embargo, no todas estas historias son inventadas y una de ellas pertenecientes a la Ciudad de México es la de la llamada Casa Negra.

Ubicada en la Colonia Roma en el número 191 de la Avenida  Álvaro Obregón equina con Insurgentes, esta impresionante casona porfiariana  nunca ha podido ser rescatada y es que, según cuentan, en este lugar se dan cita un gran número de fenómenos paranormales que han aterrado a todos los que han tratado de pasar la noche ahí.

Se podría pensar que la Casa Negra sería un refugio ideal para los vagabundos sin embargo, se dice que todas las personas que han tratado de pasar la noche ahí han salido corriendo despavoridas por las fuertes experiencias paranormales.

La historia se remonta a 1736 cuando el Valle de México se vio azotado por una epidemia de tifo, se cuenta que varios cuerpos fueron encontrados en este lugar, tanto hombre como mujeres que contagiados de esta terrible enfermedad y sin ningún lugar a donde ir, se refugiaron en esta casa y esperaron a morir.

Muchos años después, fue la residencia de la familia Mondragón, pero un día tanto los padres como sus 3 hijos amanecieron muertos, sin esclarecerse el motivo de su fallecimiento y al no haber parientes cercanos, el lugar se convirtió en propiedad de gobierno.

Actualmente la casa se encuentra llena de grafitis y afuera hay un gran número de puestos ambulantes, lo que ha hecho que muchos olviden lo terrorífico del lugar…

Cuentan que pasadas las diez de la noche, la temperatura desciende drásticamente y comienzan a escucharse ruidos, las puertas empiezan a abrirse y cerrarse, los ruidos se convierten en voces y gritos de sufrimiento, los objetos empiezan a flotar, mientras que manos invisibles comienzan a jalarte y empujarte, como si quisieran que salgas del lugar.


Samantha Aguilar

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