Muy
cerca de Pompeya y Herculano, se encontraba Baia, una ciudad que vivió su gloria
durante el siglo I d.C., en donde la aristocracia romana solía ir de
vacaciones y la cual fue tragada por las aguas del Mediterráneo.
Baia
se encontraba asentada sobre varias chimeneas volcánicas naturales, las cuales
hicieron de ella un destino famoso debido a sus aguas termales que tenían propiedades
curativas y medicinales; se dice que tanto Nerón, Cicerón y Julio César construyeron
villas para pasar allí sus vacaciones.
Resulta
irónico el saber que estas mismas chimeneas que hicieron de esta ciudad un
lugar de renombre, también fueron las causantes de su hundimiento ya que a través
de los años, el nivel del mar fue subiendo lentamente a causa de la acción
geológica de las mismas.
En
los 90’s, esta zona arqueológica se protegió y se creó el parque arqueológico
subacuático de Baia la cual debido a que no se encuentra a tantos metros de
profundidad, es posible visitar ya que funciona como una especie de museo y en donde
aún hoy en día, podemos admirar los mosaicos y las réplicas de varias
esculturas, bucear sobre los restos de las lujosas villas y sus jardines y nadar
por sus calles.
Samantha Aguilar
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