"... un samurái debe conocer sus debilidades y pasar la vida corrigiéndolas sin jamás tener el sentimiento de haber hecho ya lo suficiente."
(Hagakure, El libro secreto del samurái, Yosho Yamamoto 1989)
Los samurái surgieron
en el siglo X, sin embargo fue después de las Guerras Genpei (1180-1185 d.C.) cuando su poder y popularidad
aumentó. Durante estos conflictos civiles, se enfrentaron los
clanes Taira y Minamoto, siendo
estos últimos los vencedores y colocando a los samurái al mando político y
militar de Japón; Manamoto Yoritomo fue nombrado Shogun (comandante militar) e instauró
así el primer shogunato en la
historia japonesa (1192), dejando al emperador como un simple espectador de la
situación política del país.
Los samurái pasaron a
ser la guardia personal de los “señores feudales” del Japón conocidos como daimyo, cada uno de ellos contaba ya
sea con uno o varios “guardias profesionales”
para proteger su tierra y poder, además que luchaban por él en las guerras. Cabe
mencionar que en un principio se utilizó el término samurái para referirse a los guerreros aristócratas pero después,
este término, se aplicó a todos los guerreros de los shogunatos (siglo XII al
XIX).
Al transcurso de los
años, los guerreros samurái ganaron importancia por lo que se tornó necesario contar
con su ayuda, fue así como muchos de ellos comenzaron a trabajar bajo contrato;
a cambio de su lealtad y ayuda, el daimyo les otorgaba tierras y tributos.
Fueron tan significativos los samurái que el cargo se volvió hereditario,
surgiendo así las dinastías samurái.
Los samurái solían
utilizar una gran cantidad de armas como arcos, flechas, lanzas y pistolas,
pero sin lugar a dudas su principal arma y símbolo era la espada. Cabe
mencionar que portaban 2 espadas:
La katana.- Sable de filo único curvado que utilizaban para combatir.
Las Wakizashi.- Espada corta con una longitud de entre 30
y 60 centímetros que utilizaban para cometer Seppuku, mejor conocido como hara
kiri, en donde ellos mismos se quitaban la vida para así poder morir con
honor y gloria.
Durante el período Sengoku (1467-1568), los samurái
tuvieron su momento cumbre ya que fue una época gran inestabilidad social que trajo consigo continuas luchas de poder
entre los distintos clanes y en donde la participación de estos guerreros fue
esencial.
Fue en el siglo XVII
cuando el shogunato Tokugawa llegó
al poder encabezado por Tokugawa Leyasu,
un samurái que luchó por reducir los privilegios y el status social de la clase
guerrera la cual además de contar con un estricto código ético y de conducta,
conocido como bushido, tenían una gran
cantidad de tierra y les era permitido viajar a donde quisieran sin ningún
problema, pero lo más grave era que podían cortarle la cabeza a cualquiera que
se atreviera a ofenderlos.
El periodo Edo (1603 a 1867) fue una época de paz por lo que los samurái se
dedicaron a los estudios de literatura, historia, filosofía o
meditación. En 1867 renunció el último shogun y el emperador volvió al poder, 4
años después los privilegios de los samurái fue suprimido, los daimyo fueron
obligados a regresar las tierras al emperador ocasionando que muchos guerreros
quedaran en la quiebra. En 1875 se les prohibió portar sus espadas tan
simbólicas y significativas para ellos.
Durante los
siguientes dos años, los samurái se revelaron ante el emperador. Saigo Takamon fue su líder y aunque
dieron batalla, el ejército imperial armado con la tecnología bélica europea,
mató cerca de 20 mil de ellos, marcando
así el final de los samurái.
“Un samurái
valiente no piensa en términos de victoria o derrota, combate siempre hasta la
muerte.”
(Hagakure, El libro secreto del samurái, Yosho Yamamoto 1989)
Samantha Aguilar