Se
trata de un trastorno que consiste en que un individuo empieza a correr, generalmente
armado, de manera alocada destrozando todo lo que encuentra a su paso; esto
ocurre cuando el sujeto experimenta una súbita y espontánea explosión de rabia
salvaje. Su ola de violencia y destrucción terminará cuando sea inmovilizado o
hasta que termine suicidándose.
Amok, es una palabra
malaya que significa “lanzarse
furiosamente a la batalla”. Este síndrome fue dado a conocer en 1972 por el
psiquiatra americano Joseph Westermeyer,
quien dio un promedio de 10 víctimas y registrando que generalmente este ataque
desenfrenado va precedido de un período de preocupación, pesadumbre, depresión,
cansancio extremo y amnesia; provocando con el tiempo el suicidio del sujeto.
“Un episodio aleatorio, aparentemente no
provocado, de un comportamiento asesino o destructor de los demás, seguido de
amnesia y/o agotamiento. A menudo va acompañado de un viraje hacia un
comportamiento auto-destructivo, es decir, de causarse lesiones o amputaciones
llegándose hasta el suicidio. “
(Organización Mundial
de la Salud)
Durante
el siglo XV, entre los malayos, los ataques de Amok eran entendidos como reacciones naturales a la frustración, la
provocación o la humillación; sin embargo, también se creía que eran causados
por posesiones demoniacas.
A
partir de 1920, este trastorno pasó a ser una enfermedad muy rara y
actualmente, los ataques están relacionados casi exclusivamente en pacientes con
trastornos mentales graves.
Cabe
mencionar que aunque aún es considerado un trastorno cultural, es decir que esta
enfermedad está ligada a ciertos fenómenos culturales, se han visto casos en
todo el mundo y hoy en día, la criminología caracteriza muchos asesinatos
masivos como productos de este síndrome.
Samantha Aguilar
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