Como
saben, todas las leyendas tienen un origen real y la historia del “Conde Drácula” no se queda atrás. Bram Stoker se inspiró en el gobernante
de Valaquia Vlad Tepes (Vlad el Emplalador) también conocido
como Vlad Draculea y Vlad III (1431-1476) para la creación
de este personaje.
Vlad fue un noble rumano mejor
conocido en la historia por su valentía, su implacable sentido de la justicia y
sobre todo por su extraordinaria crueldad. El empalamiento fue el método preferido de tortura y ejecución que
utilizó ya que no sólo era lento sino también extremadamente doloroso. Se
cuenta que Vlad experimentaba
auténtico placer torturando y fueron precisamente sus crímenes que hicieron que
se le conociese como Drácula (el hijo
del Diablo y/o dragón).
Solía
atar cada una de las piernas de la
víctima a un caballo, los cuales tiraban del cuerpo hacía la estaca la cual
estaba engrasada para que entrara fácilmente pero la punta solía estar poco
afilada con la finalidad de que la víctima sufriera una muerte lenta (3 días)
ya que en lugar de perforar, iba desgarrando poco a poco. Por lo general, la
estaca se introducía por el ano y salía por la boca, sin embargo hubo víctimas que
fueron empaladas a través de orificios en el abdomen o el pecho. Cabe mencionar
que la estaca solía clavarse en el suelo dejando a la víctima colgada para que
muriera.
Aunque
el empalamiento fue su método de tortura preferido, utilizó muchos otros:
clavos en las cabezas, cortar extremidades, extracción de ojos, asfixia,
quemaduras, cortes de nariz y orejas, mutilación de órganos sexuales, despellejamiento,
exposición a los elementos o animales salvajes y la hoguera. Además, elegía a
sus víctimas sin ningún tipo de discriminación, es decir que hubo mujeres,
niños, campesinos, nobles, delincuentes, traidores, embajadores y comerciantes;
sin embargo, la mayoría de sus víctimas fueron sus súbditos.
Se
le atribuye la muerte de 40.000 a 100.000 personas en los campos de empalados.
Sin lugar a dudas, se trata del más duro de todos los gobernantes de Europa
Oriental en el siglo XV.
"No
era muy alto, pero sí corpulento y musculoso. Su apariencia era fría e
inspiraba cierto espanto. Tenía la nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un
rostro rojizo y delgado y unas pestañas muy largas que daban sombra a unos
grandes ojos grises y bien abiertos; las cejas negras y tupidas le daban
aspecto amenazador. Llevaba bigote, y sus pómulos sobresalientes hacían que su
rostro pareciera aún más enérgico. Una cerviz de toro le ceñía la cabeza, de la
que colgaba sobre unas anchas espaldas una ensortijada melena negra."
((Nikolaus Morusa)
Samantha Aguilar
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