Aunque es verdad que en los últimos años, la ropa infantil ha sido objeto de análisis y críticas debido a un ejemplo de sexismo en los colores utilizados dependiendo el género del bebé, la realidad es que muchas personas siguen identificado el rosa con las niñas y el azul con los niños.
Si nos remontamos al siglo XIX normalmente se solía vestir a los pequeños con blanco o incluso negro y se utilizaban materiales más pesados como el terciopelo, y es a partir de inicios del siglo XX en el que se empiezan a usar colores diferentes para la vestimenta de los niños dependiendo de su género; de hecho antes de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) estos colores se intercambiaban sin problema.
Es importante mencionar que históricamente los colores se asociaban a la inversa, es decir, el rosa era usado para los niños y el azul para niñas debido a que los uniformes militares eran en su mayoría rojos por lo que llevados al mundo infantil se transformaba en rosa. En cambio, el azul se identificaba con la pureza, la suavidad y lo delicado, aunque se utilizaba indistintamente para el género femenino como masculino.
De hecho, en 1927 la revista Time publicó una lista de colores que sugería que el rosa era adecuado para los niños y el azul para las niñas; lo cual coincidía con las opiniones de los principales vendedores estadounidenses de la época, quienes recomendaban a los padres vestir a los niños con rosa y a las niñas con azul. Entonces, cuándo es que se comienza a extender la asociación femenino-rosa/masculino-azul.
Sorprendentemente no es hasta los años ochenta que la publicidad, los fabricantes y la sociedad cambia radicalmente en su categorización de estos colores por géneros, también es este momento en el que se comienza a usar los tonos pasteles y cuando se empiezan a comercializar a grandes niveles juguetes diferenciados por sexos y colores.
Samantha Aguilar
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