Derivado de la piedra semipreciosa lapislázuli, la cual además de ser una de las más difíciles de
moler a mano también es muy difícil de conseguir. A principios del siglo XIII se desarrolló un método para extraer
de manera más pura el pigmento de la piedra sin embargo, los beneficios por
piedra disminuyeron haciendo que el precio subiera razón por la cual el azul ultramar fue considerado más
valioso que el oro.
Este polvo azul fue bautizado como ultramarino debido a que llegaba de
ultramar. Su uso en las pinturas a la acuarela, al temple y al óleo adquirían una especie de magia gracias a él ya que
conseguían unas tonalidades fantásticas
nunca antes vista. Gracias a este
pigmento, los artistas de la época fascinaron al mundo con un color que era más luminoso que cualquier otro.
Debido a su alto precio, el color fue restringido en la pintura a las
vestiduras de las imágenes de Cristo o de la Virgen María; pintores europeos
dependían de mecenas ricos para financiar su compra. Miguel Ángel no
pudo concluir El santo entierro,
debido al alto coste del color, Durero llegó a vender obras a
cambio de unos gramos de pigmento y Vermeer endeudó a su
familia de por vida debido a su obsesión por aquel color.
Aunque desde 1834 comenzó a producirse artificialmente,
aún hoy en día, se produce de manera natural costando unos 15000 euros el kilo;
mientras que el sintético cuesta entre 30 y 50 euros el kg.
Samantha Aguilar
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