Fue
el 6 de agosto de 1890 a las 6 de la mañana, en la prisión de Auburn (Nueva
York) que William Kemmler estrenó el
primer prototipo de esta máquina de muerte.
Kemmler fue sentenciado a la
silla eléctrica por el asesinato de su amante Tillie Ziegler, a quien le arrebató la vida con un hacha. A pesar
del esfuerzo de sus abogados por apelar esta decisión, ya que la consideraban
un método de castigo cruel e insólito, la petición falló por lo que Kemmler se sentó en la lustrosa y nueva
silla eléctrica.
La
realidad es que su muerte fue lenta y dolorosa ya que fueron necesarios 2
intentos hasta lograr el objetivo…
En
la primera ocasión, Kemmler soportó
la corriente eléctrica durante 17
segundos pero debido a que el voltaje no fue el suficiente, permaneció vivo
aunque con graves quemaduras. Después de revisar la situación, los técnicos se
dieron cuenta que era necesario aumentar el voltaje a 2000
voltios, pero debido a que el generador necesitaba tiempo para cargarse, el
sentenciado tuvo que esperar algunos segundos que fueron un infierno tanto para
él como para los espectadores ya que se podían escuchar sus desgarradores gemidos.
Una
vez que la silla estuvo lista, se sometió a Kemmler a la corriente durante más de 1 minuto y aunque en esta ocasión el resultado fue el esperado, la
escena fue espantosa: un olor a carne quemada llenó el recinto, su rostro
comenzó a exudar sangre y literalmente se fue friendo poco a poco que incluso
podía verse como el humo emanaba de su cabeza.
“Fue un espectáculo
horrible, mucho peor que el ahorcamiento."
(Reportero presencial)
Cabe
mencionar que después de este primer intento, el prototipo de la silla
eléctrica sufrió muchos ajustes técnicos para que pudiera seguir utilizándose
como un método para aplicar la pena capital.
Samantha Aguilar
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