Se
trata de un término japonés que se refiere al fenómeno social en donde las
personas escogen abandonar la vida social debido a la presión escolar y a la
incapacidad de hablar con sus familiares. Literalmente Hikikomori significa "apartarse, estar recluido y aislamiento
social agudo".
Generalmente,
esta “enfermedad” se presenta en hombre jóvenes quienes al acabar sus estudios
no quieren enfrentarse al duro y competitivo mercado laboral, por lo que deciden
aislarse para evitar así cualquier presión exterior, encerrándose en sus
dormitorios o en alguna otra habitación de la casa de sus padres durante un
largo periodo de tiempo, convirtiéndose así en modernos ermitaños.
En
muchos casos, alternar su ritmo al dormir por el día y pasar la noche frente a
una pantalla (computadora, videojuegos, televisión o algún gadget con acceso a
Internet), siendo esto su único contacto con el exterior. Sin embargo, existen
casos aún más extremos en donde la persona no realiza ningún tipo de actividad de
interacción social.
"… gradualmente,
comencé a tenerle miedo a salir y a temer conocer a gente. Fue entonces cuando
ya no pude salir de mi casa".
(Hide, un hikikimori)
Dentro
de las creencias japonesas, un hikikomori es considerado un problema interno de
la familia, por lo que los padres tardan mucho tiempo en decidirse a buscar
ayuda psicológica; además que tienen la esperanza de que sus hijos resuelvan por
sí solos sus problemas y decidan regresar a ser parte de la sociedad. Por otra
parte, muchas personas no saben cómo lidiar con ellos por lo que suelen simplemente
esperar a que ocurra algún cambio.
Mientras
más tiempo pasa un hikikomori aislado, se vuelve más consciente de su fracaso
social y pierden tanto la autoestima como la confianza que se tenían, provocando
que la perspectiva de dejar la casa se convierta en algo aterrador.
Generalmente
el tiempo de reclusión de un hikikomori ronda los 4 años, por lo que el
reintegrase a la sociedad, les resulta muy complicado ya que durante este
tiempo han perdido sus habilidades sociales.
En
cuanto al tratamiento, existen 2 puntos de vista pero ambas coinciden en que es
necesaria la ayuda de un profesional:
Japonés.- Los expertos
sugieren que los padres mantengan contacto pero sin invadir su espacio e intenten,
poco a poco, reincorporarlo a la sociedad.
Occidente.- Piensan que es necesario
mantener una postura firme y actuar directamente, es decir, forzar al hijo a
salir de su aislamiento.
Actualmente,
se calculan 1 millón de personas que padecen esta enfermedad en Japón por lo
que el Ministerio de Salud ha abierto un centro de rehabilitación especializado
en tratarlo.
Samantha Aguilar
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