En el ejército romano, la lealtad y la disciplina no eran negociables por lo que los generales mantenían una disciplina dura, y no dudaban en utilizar el miedo y la represión entre sus propios hombres, llegando incluso a aplicar castigos inhumanos, uno de ellos era la decimatio.
Sin lugar a dudas la decimatio era uno de los castigos más temidos y crueles ya que no solamente consistía en violencia física sino que entraba en el castigo psicológico ya que buscaba infundir un terror colectivo que garantizara la obediencia más absoluta, fortaleciendo la unidad del ejército más allá de la motivación individual de cada soldado.
Este castigo se aplicaba a las unidades acusadas de cobardía, insubordinación o deserción y consistía en ejecutar, al azar, a 1 de cada 10 soldados de una unidad; lo peor de todo era que eran sus propios compañeros quienes debían darle muerte. El comandante decidía el método a utiliza para la ejecución, los cuales podían ser la lapidación (apedreamiento) o los golpes, lo que intensificaba el sufrimiento y la presión mental para todos los involucrados.
Su objetivo no era castigar a los culpables, por lo que se hacía de forma aleatoria, el propósito de la decimatio era aterrorizar a los supervivientes para que jamás volvieran a mostrar cobardía y lucharan hasta al final.
Para los romanos, la decimatio tenía un doble propósito: por un lado, reforzaba la idea de que el ejército era una unidad indivisible por lo que el error de uno era el error de todos y por otro, sembraba un miedo tan intenso que algunos soldados preferían luchar hasta la muerte antes que arriesgarse a ser diezmados por sus propios compañeros.
Cabe mencionar que la decimatio no se aplicaba de manera habitual, más bien era una medida extrema a la que solamente se recurría en momentos de crisis, cuando un comandante necesitaba imponer la disciplina de manera radical.
Samantha Aguilar