martes, 13 de junio de 2017

DIAMANTE TAYLOR-BURTON


Un diamante está compuesto por carbono puro cristalizado y una de sus principales características es su dureza, de allí precisamente proviene su nombre ya que etimológicamente la palabra diamante significa inalterable.

Cada diamante es definido por su pureza, su tamaño, su color y su peso. Cabe mencionar que la unidad de medida que se utiliza para las piedras preciosas es el quilate, el cual equivale a 0,20 gramos de peso.

A lo largo de la historia, muchos diamantes han sido motivo de interés y fascinación, pero sin lugar a dudas uno de los diamantes más famosos de la historia es el  Taylor-Burton

Con un peso de 69,42 quilates, este diamante con forma de pera fue extraído en 1966 de la mina Primer Mine en Sudáfrica, una piedra en bruto, incoloro de 214 quilates, que fue tallado por el joyero americano Harry Winston. Harriet Annenberg Ames, hermana del editor Walter Annenberg, fue su primera propietaria pero debido a su tamaño decidió venderla en subasta en Nueva York

Fue subastado en 1969 con el acuerdo de que el comprador podría bautizarlo como él quisiera. El magnate Robert Kenmore ganó la puja ofreciendo 1.050.000 dólares (siendo así el mayor precio pagado hasta entonces) y bautizándolo con el nombre de “Cartier”; sin embargo, al día siguiente el actor británico  Richard Burton (1925 – 1984) lo compró para Elizabeth Taylor (1932 – 2011) por la suma de 1.100.000 dólares y rebautizándolo como  "Taylor-Burton".

“Una joya de semejante esplendor debía pertenecer a una mujer única en el mundo. Una mujer de incomparable belleza.”
(Richard Burton)

Elisabeth solo vistió el diamante en 2 ocasiones: durante la gala para festejar los 40 años de la Princesa Grace de Mónaco y en la ceremonia de los Oscar de 1970. Cuando Richard y Liz se divorciaron, ella subastó la piedra la cual alcanzó el precio de 5 millones de dólares y la suma se utilizó en la construcción de un hospital en Botswana.

Actualmente el diamante le pertenece al libanés Robert Mouawad, quien lo hace custodiar en un Museo en Beirut.


Samantha Aguilar

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