La mañana del 30 de junio
de 1908 una gran bola de fuego arrasó la región siberiana de Tunguska (norte
de Rusia) y aun hoy en día, el causante de este desastre sigue siendo un misterio,
aunque las teorías más aceptadas es que se trató del impacto de un asteroide o de
un cometa el cual explotó un par de kilómetros por encima del suelo.
Sobre las 7 de la mañana, la
cuenca del río Tunguska Podkamennaya amaneció con una
ensordecedora explosión la cual pudo escucharse desde 800 km de
distancia. La onda expansiva arrasó 2.150 km2 causando que aproximadamente
unos 80 millones de árboles sucumbieran a su embestida y se desplomaron.
Un hongo de polvo y cenizas
se elevó hasta unos 15 km de altitud y originó una lluvia de oscuros
copos en toda la zona. Durante 2 días consecutivos, las noches fueron tan
brillantes (100 veces más de lo normal) que en Londres podía leerse el
periódico en la calle a medianoche. La energía liberada fue de entre 10 y 15
megatones, unas mil veces la bomba de Hiroshima.
En toda Europa se
registraron ondas sísmicas parecidas a las de un terremoto, así como diversos
trastornos en el campo magnético terrestre además, los meteorólogos se dieron
cuenta que las ondas atmosféricas producidas por la detonación habían dado 2
veces la vuelta a la Tierra.
Los supervivientes de la
zona afectada la describieron como un hongo gigante que se elevaba por los
aires, muchos de ellos, murieron a los pocos días debido a extrañas enfermedades.
La caída del bólido de
Tunguska sigue siendo uno de los sucesos más misteriosos de la historia
de la ciencia ya que las investigaciones la respecto, siguen sin ser concluyentes
pero además, debido a que actualmente, en esa región de Siberia, aun quedan
secuelas y anomalías.
Samantha Aguilar
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