Sin lugar a dudas, el “Muro de los Lamentos” (Jerusalén) es
uno de los sitios religiosos más importantes del mundo por lo que es visitado
por miles de turistas al año, de los cuales, un pequeño porcentaje llega a
padecer el Síndrome de Jerusalén.
Se trata de un trastorno disociativo histérico, es decir que las personas llegan a crear otra
personalidad la cual después es olvidada. El primero en identificar este
síndrome fue el Dr. Yair Bar-El quien
asegura que se da debido a que Jerusalén es una ciudad llena de ideologías,
historia, mitología y religión; lo que ocasiona que las mentes de los creyentes
se deteriore.
“La atmósfera que rodea a la ciudad
provoca la aparición de síntomas místicos y mesiánicos a ciertas personas con
predisposición.”
(José Itzikson,
psiquiatra argentino)
Los
síntomas suelen aparecen al día siguiente de la llegada a Jerusalén e inician
con una oleada de ansiedad y nerviosismo, surge la necesidad de la soledad y
comienzan a actuar de manera extraña: realizan actos de purificación, se
cambian de ropa con la finalidad de parecerse a personajes bíblicos (túnicas
blancas), rezan a toda hora, visitan lugares Santos a horas poco comunes,
cantan y gritan pasajes bíblicos: en pocas palabras, aquellos que sufren este
síndrome están literalmente embriagados por la Cuidad Santa.
A pesar de que por todo
Jerusalén es posible encontrarse con tan extraños personajes, es más común
encontrarlos frente al Muro de los Lamentos. Cabe mencionar que aunque este
síndrome afecta en su mayoría a los turistas, también es posible que los
habitantes locales puedan ser temporal o permanentemente afectados.
“Soy descendiente del rey David y vine a Israel para recordarle a los
judíos que deben seguir los mandatos de Dios y no olvidar las palabras de los
profetas. Sólo así llegará el Mesías.”
(Michael, un estadounidense que sufre el
síndrome)
Samantha Aguilar
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