En días pasados salió a la luz que la empresa de ingeniería genética Colossal Biosciences había revivido una especie de lobo extinta desde hace 13,000 años, los Canis dirus, popularmente conocidos como lobos terribles debido a su imponente figura.
Se trata de un animal imponente de la Edad de Hielo que dominó América del Norte como cazadores imponentes, pero que se extinguió de manera misteriosa al final del Pleistoceno (abarca desde hace 2.6 millones de años hasta hace 11,700 años).
Aunque comparten similitudes físicas con el lobo gris, estos titánicos ejemplares medían cerca de 80 cm de altura al hombro y pesaban hasta 80 kg, además se diferenciaban por su estructura más robusta, patas más cortas y un cráneo diseñado para ejercer poderosas mordidas. Pero además, su comportamiento también los distinguía: los científicos creen que actuaban en manadas grandes logrando cazar presas gigantes del Pleistoceno como: mastodontes, perezosos terrestres y caballos salvajes; o desplazando a otros depredadores para robarles sus presas.
Un estudio muestra que los lobos terribles compartieron por última vez un ancestro común con especies vivas parecidas a los lobos hace aproximadamente 5,7 millones de años, por lo que los lobos terribles y lobos grises eran de hecho primos muy lejanos y que tales diferencias podrían indicar que probablemente estos gigantes prehistóricos no estuvieron suficientemente adaptados para sobrevivir a las condiciones cambiantes de la última Edad de Hielo.
El estudio también reveló, con lo datos genéticos, que no existe evidencia de que los lobos terribles se cruzaran con ninguna especie canina viva.
Samantha Aguilar
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