lunes, 26 de febrero de 2018

CASTILLO DE EDIMBURGO … CASA EMBRUJADA



No existe ciudad ni pueblo, alrededor del mundo, que no cuente con su propia historia de fantasmas y que no tenga su casa embrujada, aquella que de pequeños y no tan pequeños nos asusta y hace volar nuestra imaginación, creando así una serie de historias que a lo largo de los años se toman como  reales. Sin embargo, no todas estas historias son inventadas y una de ellas es la del Castillo de Edimburgo, Escocia.

Es de esperar que construcciones tan antiguas cuenten entre su historia alguna que otra historia de “terror” sin embargo, este castillo ocupa el primer lugar en el número de fantasmas que habitan allí.

Construido a principios del siglo XII, a lo largo de los siglos ha sido utilizado como residencia real, prisión y guarnición del ejército por lo que ha estado en el centro de numerosas guerras por lo que no es de extrañar que numerosas almas en pena se paseen por sus habitaciones sin embargo, el fantasma más famoso del lugar es el de Lone PiperGaitero solitario

Según se cuenta, hace muchos años después del descubrimiento de los túneles secretos bajo tierra, un gaitero fue enviado a investigar. Debía tocar constantemente la gaita para que desde la superficie pudieran trazar su progreso sin embargo, el sonido se detuvo y nunca se volvió a saber del hombre. Se dice que de vez en cuando se escucha el sonido de la gaita, ya que el espíritu del Lone Piper vaga eternamente por los pasadizos del castillo.

En el que alguna vez fue la casa de la reina Elizabeth también habita el fantasma de David Rizzio, amante de María de Escocia, quien fue apuñalado por el esposo de su amada en un ataque de celos. Desde entonces, los visitantes aseguran que en el cuarto en donde fue asesinado les provoca dolores de cabeza.

Otro de los fantasmas más conocido del castillo es el tamborilero sin cabeza… Se cuenta que en una ocasión un niño llegó con un tambor para dar aviso de que iban a entrar en combate y, en plena batalla  un cañonazo le dejó sin cabeza. Hoy en día los visitantes siguen viendo por los pasillos a este tamborilero sin cabeza. 

Samantha Aguilar

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