martes, 10 de septiembre de 2024

POZO DE KOLA: “la puerta de entrada al infierno”

Hace poco más de 50 años, durante la Guerra Fría, la entonces Unión Soviética comenzó la construcción del Pozo Superprofundo de Kola (KSDB) o SG-3, con el objetivo de llegar al corazón de la Tierra para estudiar la corteza terrestre y obtener muestras de roca a profundidades nunca antes alcanzadas.

Cabe mencionar que la Guerra Fría no solamente enfrentó militar y económicamente a la Unión Soviética con los Estados Unidos, sino que también impulsó una frenética competencia por la supremacía tecnológica reconocida principalmente por la carrera espacial sin embargo, ambas naciones también desarrollaron ambiciosos proyectos para excavar lo más profundo posible al interior de la Tierra.

Ubicado en el noroeste de Rusia cerca de las fronteras con Noruega y Finlandia, Kola tiene exactamente 12.226 m de profundidad, siendo así el agujero artificial más profundo del mundo, superando la profundidad de la fosa del Abismo Challenger, en la Fosa de las Marianas (Leer más…) y la altura del Monte Everest (Leer más…).

La excavación inició en 1970 y duró casi 20 años. El 27 de septiembre de 1985, una parte importante del pozo se derrumbó 5.000 m de los 12.000 excavados se taparon, por lo que tuvieron que retomar el proyecto desde los 7.000 m, sin embargo esto no los desanimó y en tan sólo 4 años alcanzaron la cifra récord: los 12.262 m de profundidad.

A partir de ahí, tuvieron que enfrentarse a otro gran problema, la temperatura las cual alcanzaba los 185°C, el doble de lo que habían previsto para esa profundidad. Además, en este punto la roca era mucho más líquida por lo que el pozo soltaba mezclas de fango e hidrógeno muy peligrosas. En 1991 cayó la Unión Soviética pero no fue hasta 1995 que el Pozo de Kola se cerró definitivamente.

Dentro de los descubrimientos que dejó están:

Presencia de agua en las profundidades del pozo, a pesar de las altas temperaturas.

Microorganismos vivos en zonas que se creían imposibles.

Fósiles de plantas marinas de millones de años.

Samantha Aguilar

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