MITOS Y LEYENDAS DE
MÉXICO
La
Calzada Fray Antonio de San Miguel,
es sin lugar a dudas uno de los rincones más bellos de la ciudad de Morelia y
las casonas que se encuentran a su costado cuentan con historias fantásticas,
muchas reales y muchas otras leyendas y es precisamente en una de ellas en la
que surgió “La mano en la reja”.
La
primer casa del lado derecho llama mucho la atención no sólo por su aspecto
señorial y aristocrático sino porque en ella es en donde se lleva a cabo
nuestra leyenda…
Hace
muchos años, esta casa fue habitada por el hidalgo don Juan Nuñez de Castro, su
esposa doña Margarita de Estrada y su hija doña Leonor. Se dice que Leonor no
sólo poseía una belleza indescriptible sino también un espléndido carácter
heredado de su madre. Cabe mencionar que doña Margarita, su madrasta, la tenía
completamente controlada, no le permitía salir a la calle, ni siquiera asomarse
por la ventana y la trataba como si fuera su sirvienta.
Un
día llegó a Valladolid un noble, don Manrique de la Serna y Frías, a pasar
Semana Santa, el cual desde el primer momento en que vio a Leonor, quedó
prendado de su belleza; por su parte, Leonor también mostró cierto interés en
él.
Debido
a su puesto y riqueza, don Manrique estaba seguro que don Juan le otorgaría la
mano de su hija sin pensarlo; sin embargo Manrique no sólo deseaba casarse con
ella sino sobre todas las cosas, ganarse su amor por lo que ideó un plan.
Decidió
disfrazar a su paje de fraile y sabiendo lo miedosos y supersticiosos que eran
los lugareños, le pintó la cara de calavera y le ordenó pasearse por la calzada
de noche ahuyentando así a los curiosos y dándole a don Manrique la oportunidad
de platicar con doña Leonor por la reja del sótano.
Noche
tras noche, a las ocho en punto, se aparecía la terrorífica imagen del fraile
por la calzada, ocasionando así que a partir de las siete y media todos los
lugareños se encontraran ya encerrados en sus casas, sin embargo, a doña
Margarita no le pasaba igual.
Debido
a su carácter, el alma en pena en lugar de causarle miedo a doña Margarita,
despertó en ella un gran interés por develar el misterio… Fue así como una
noche, escuchó los planes de boda de Manrique y Leonor por lo que decidió
cerrar el sótano dejando prisionera a su hijastra.
Al
día siguiente Don Manrique salió para la ciudad de México, por lo que nadie se
percató de la situación de doña Leonor, quien al verse encarcelada decidió
sacar su mano por la reja pidiendo limosna para así no morir de hambre.
Mientras tanto, su madrastra se encargó de correr el rumor de que doña Leonor
se había vuelto loca, motivo por el cual la tenían encerrada.
Varios
días después, don Manrique se presentó en la casa de don Juan con una carta del
virrey en la que pedía formalmente la mano de su hija. Don Juan muy emocionado
comenzó a llamar a gritos a Leonor y gracias a que su esposa no se encontraba
en ese momento, los criados le contaron sobre el cautiverio de su hija; al
escuchar esto, los dos hombres corrieron a abrir el sótano pero fue demasiado
tarde ya que encontraron a doña Leonor muerta.
Desde
entonces se dice que se ve salir por la reja del sótano, una mano
aristocrática, pálida y descarnada que implora por “un pedazo de pan”.
Samantha Aguilar
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