Un
diamante está compuesto por carbono puro
cristalizado y una de sus principales características es su dureza, de allí
precisamente proviene su nombre ya que etimológicamente la palabra diamante
significa inalterable.
La
calidad y por ende el precio de un diamante es definido por: pureza, color,
peso y corte (4C = Carat weight,
Clarity, Color, Cut).
Color.- Idealmente deben
de ser incoloros y a medida que va ganando color, comienzan a verse matices
amarillentos y/o marrones. Es importante tener en cuenta que la presencia de
color se debe principalmente a la existencia de impurezas y/o defectos
estructurales, por lo que mientras más amarillento, el precio y valor
disminuyen.
Corte.- Un buen corte es
aquel que produce más brillos y destellos, al lograr reflejar al máximo la luz.
Lo anterior sólo se logra cuando las proporciones entre sus diferentes partes son
las adecuadas ya que de lo contrario, el diamante se verá opaco.
En esta imagen se muestran los 8 cortes más conocidos.
Peso.- La unidad de medida
que se utiliza para los diamantes es el quilate,
el cual equivale a 0,20 gramos, a su vez cada quilate se divide en 100 puntos,
por lo que un diamante de 25 puntos equivale a ¼ de quilate y un diamante de 50
puntos a ½ de quilate.
Pureza.- Durante el proceso
de cristalización, la naturaleza deja marcas y/o gránulos, por lo que los
diamantes de más calidad son aquellos que carecen de estos defectos.
Estas
4 características tienen el mismo valor al momento de “juzgar” una de estas piedras
ya que todas influyen directamente en la calidad; sin embargo, sólo el peso es
una característica objetiva ya que tanto la pureza, el corte y el color varían
dependiendo de la apreciación y el rigor que se aplique.
Samantha Aguilar
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