En
hebreo se llama Yam Hamelach (mar de
sal), pero cuando los cristianos llegaron a estas tierras, lo bautizaron mar Muerto debido a que se percataron de
que no había formas de vida en los alrededores.
Situado
entre Jordania e Israel, este lugar realmente no hace honor a su nombre
ya que ni es mar ni está muerto…
Se
trata de un lago cuya salinidad media
es casi un 25% mayor que la de los océanos (340 gramos por litro de agua) debido
a que el agua no tiene salida, es decir que permanece estancada, y debido a que
la cantidad de agua que se evapora es mayor de la que recibe.
Además
de sal, sus aguas contienen cloruros de
magnesio, sodio, calcio, potasio, bromuros, sulfatos y carbonatos; una mezcla química que prácticamente la hace inhabitable
sin embargo, en las aguas de este lago
vive una restringida fauna de microorganismos capaces de sobrevivir en
ambientes salinos (halófilos).
A
excepción de estos microorganismos, le realidad es que el agua del mar Muerto es extremadamente mortal
para los seres vivos. Cualquier pez que llega a estar en contacto muere
instantáneamente; sin embargo, no es peligroso para los humanos, es más, su sal
contiene propiedades curativas por lo que cada año un gran número de visitantes
nadan en él para aliviar sus distintas dolencias.
Cabe
mencionar que el mar Muerto es el
punto más bajo que existe del planeta al encontrase a 417 m por debajo del nivel del mar.
Samantha Aguilar
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